20/05/2016

Gabriel Olivares cuenta en cine lo que hace con su compañía, TeatroLab, en «El debut»

Gabriel Olivares se estrena en el largometraje con «El debut», una ficción documental –«imposible catalogarlo»-, dice el director-, en la que recrea el proceso creativo de su compañía de teatro experimental, el Teatro Lab, y sus ensayos basados en la concepción del teatro como arte colectivo.

La película, que se estrena el próximo 25 de Mayo de 2016 en la Cineteca de Matadero Madrid, es el primer trabajo de este conocido director teatral, responsable de éxitos como «Burundanga«, de Jordi Galcerán, que se estrenó hace tres años y que aún sigue en escena, con más de dos mil funciones representadas.

 

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Pero a Olivares, que empezó estudiando dirección de cine por vocación, según explica en una entrevista con Efe, la vida le ha llevado «más hacia el teatro».

«Hace cinco años -cuenta- conocí un entrenamiento actoral, que es el método Suzuki y los Puntos de Vista, y caí enamorado», de modo que viajó a Nueva York para estudiar estas disciplinas desarrolladas por Anne Bogart con su compañía SITI Company.

Entendió que, a diferencia de ver la puesta en escena como «hacer lo que quiere el director», le satisfacía más dar a los actores «herramientas» y que fuera la propia narración quien dijera lo que había que hacer.

«Por supuesto -apunta Olivares- el director lleva el timón, pero es como invitar a actores y técnicos a ser creadores y a compartir».

Y eso es lo que muestra «El debut», un sorprendente ensayo teatral que comienza con un pasodoble y sigue con los actores tratando de mirar al torero como lo haría un toro, un proceso donde se mezclan pasos de ballet, teatro tradicional japonés y griego y artes marciales (Suzuki), a lo que Olivares ha sumado el flamenco.

El taller de teatro se ha convertido en un taller de toreo donde un joven que no ha podido destacar en los ruedos conoce a un famoso diestro que se enamora de él; una historia que amor y muerte sin decorado ni atrezo donde el espectador «ve» cosas que no están a través de sonidos.

«Los actores formados en Suzuki tienen mayor expresividad, presencia escénica y un control del cuerpo que es brutal», como sucede con los miembros de la compañía Teatro Lab.

Considera que los actores españoles «son muy buenos, pero necesitan que se les de las circunstancias para que puedan mostrarse; muchas veces están detrás de un disfraz y para mí, es justamente desnudarse lo que hay que hacer, enseñar el alma».

Y cumple su palabra. En «El debut», los actores están en chándal y camisetas, casi siempre negras, descalzos, en un espacio vacío de paredes también grises y negras.

Hubo un conato de rodar de verdad la presunta película que ensayan, en exteriores y «con trajes de torero», que se desechó al ver el resultado del rodaje; Olivares pensó que la película «podía ser más que ficción, una reflexión sobre el proceso de creación. Por eso, soy incapaz de catalogarlo, lo dejo en manos del espectador».

Muchas de las improvisaciones que se ven en «El debut» están en su «obra-experimento agotador», ironiza el director, «Edipo Torero», un texto que hizo hace veinte años, adaptación del «Edipo rey» de Sófocles.

Una obra que se estrenó en 2015 en Madrid y que detuvo ayer su gira en su ciudad natal, Albacete, donde Olivares estará unos días; luego, dice, descansará para preparar «algo más pequeño», en concreto, anuncia, una versión musical de «Pareja abierta», de Darío Fo, con Carme Conesa y Víctor Ullate.

«Espero desquitarme de tanto toro», ha bromeado este cuarentañero que no es «ni taurino ni anti».

«A mí, del mundo del toro -dice-, solo me interesa la parte artística y de contradicción que tiene, y la de ritual. Hay una parte racional en mí que no lo puede entender y de repente me sale una parte atávica irracional que creo que está en mí y en todos que conecta con eso».

Y opina que «habrá toros mientras los españoles se sientan representados por ellos, y cuando no sea así, se caerá por su peso, aunque no pienso que eso vaya a suceder pronto».

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