20/10/2015

Gabriel Olivares: «El término comercial, en el teatro, no me parece peyorativo»

Por Julio Bravo / Diario ABC / 11.09.2015

Foto: Ignacio Gil

Es el director de moda: seis de los montajes actualmente en cartel en Madrid han sido dirigidos por él.

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«Burundanga», «El nombre», «Más apellidos vascos 2.0», «Una boda feliz», «Nuestras mujeres» y «Windermere Club». Estos seis montajes de la actual cartelera madrileña tienen algo en común: todos han sido dirigidos por Gabriel Olivares, albaceteño de cuarenta años, que se han convertido en el director de moda de la escena española. «Tener seis funciones en cartel no es un objetivo; lo es la calidad y la excelencia, no la cantidad. Más que una hazaña, lo vivo como una casualidad que me hace feliz -no voy a decir que me entristece- pero a la que no doy mayor importancia».

Gabriel Olivares cuida sus funciones: «Estoy encima de ellas, son espectáculos realizados a lo largo de seis años, que están en distintas fases; algunos están recién estrenados y aún hay que cuidarlos muchos y ajustarlos, y otros llevan muchos años, y el trabajo en ellos es diferente. El teatro es proceso -asegura tajante-; el que quiera resultados, que haga cine». Y aún le queda tiempo para dedicarse al proyecto que más le llena y con el que asegura pasar más tiempo: Teatrolab, «un taller de investigación, de creación teatral y de entrenamiento para actores al que dedico mucho tiempo. Es un camino que empecé a recorrer hace tres años y que, de algún modo, me está colocando como director, más incluso que las producciones por las que el público me puede reconocer más».

Olivares asegura que ha tendido un puente entre ambas actividades. «Me encanta hacer teatro comercial e intento dar lo mejor de mí mismo en estos montajes, pero de un tiempo a esta parte toda la labor de investigación y entrenamiento que desarrollo influye en mi manera de trabajar. Mis montajes “comerciales” son más ambiciosos, más ricos, y en ellos asumo más ricos. Y el teatro que surge del laboratorio también se nutre de esas ganas de llegar al mayor número de público».

A Olivares no le asusta el adjetivo comercial. «Solo hay dos tipos de teatro, el bueno y el malo. Yo no encuentro peyorativo el término comercial, ni siento que exista esa sensación en la profesión. El teatro comercial es muy, muy difícil, porque el resultado es muy fácil de medir: si va o no el público, y a veces lo he pasado peor haciendo teatro comercial y sintiendo que no se llega al resultado óptimo que con otro tipo de teatro donde no te mueve que vayan cuatro mil personas cada semana».

«El público siempre es justo -asegura el director-. Lo que intento es darle una propuesta coherente. Antes me regía mucho por mis gustos personales, y ahora prefiero guiarme por el criterio del interés. Si algo resulta interesante y me atrapa de alguna menra, aunque no me guste, lo incluyo. Dejo que el texto hable, intento escucharlo. El teatro no debe ser lo que el director quiere, sino lo que la obra quiere; hay que saber escucharla. Acallar tu voz, tu personalidad y tus gustos no es fácil, pero yo de un tiempo a esta parte lo intento».

Cree que funciones como «El nombre» o «Burundanga» han quedado especialmente redondas, pero admite que la niña de sus ojos es «Our town», creada con Teatrolab y presentada la temporada pasada en Madrid. «Es un trabajo que no se puede hacer sin una compañía. Creo que fue Ariane Mnouchkine, del Teatro del Sol, que el teatro con mayúsculas solo se podía hacer con una compañía». Y esa idea, junto con otras influencias -Anne Bogart, los viewpoints, la técnica actoral Suzuki- empujaron a la creación de ese proyecto, «que nació de forma muy natural y por necesidad».

Su próximo proyecto es «Edipo Torero», una creación sobre un texto suyo de hace veinte años, que trabajará dentro de Teatrolab con cuatro actores, y el montaje en Roma, a finales de año, de «En el baño», en el que contará con Stefania Sandrelli entre otras actrices.

 

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